Estos son los cambios migratorios anunciados esta semana

TORONTO. En el presupuesto federal presentado esta semana por el gobierno liberal del Primer Ministro Mark Carney se anuncian cambios importantes en diversas áreas de la vida nacional. Uno de los temas que más atención ha generado es el de la inmigración, un pilar fundamental en la identidad y la economía canadiense.

Canadá se ha caracterizado durante décadas por su apertura y su sistema de inmigración planificada, que ha sido modelo para otros países. Sin embargo, las recientes proyecciones del gobierno marcan un giro más moderado. ¿Qué implican estos ajustes y hacia dónde se dirige la política migratoria del país?

El nuevo plan federal prevé una reducción gradual en los niveles de inmigración, aunque menos drástica de lo que muchos titulares sugieren. Según las cifras, entre 2026 y 2027 el número de residentes permanentes se reducirá en alrededor de 40,000 personas. Si se considera que antes de 2021 Canadá aumentaba su cuota anual en unos 20,000 inmigrantes, el cambio representa más una estabilización que una contracción profunda.

Durante la pandemia de 2020, el país recibió 160,000 residentes permanentes menos que en 2019, lo que generó un déficit que posteriormente se intentó recuperar. Los incrementos observados desde 2021 fueron en realidad una respuesta a esa brecha. Ahora, el gobierno planea admitir alrededor de 380,000 nuevos residentes permanentes por año, una cifra que mantiene a Canadá entre los países con mayor tasa de inmigración per cápita del mundo.

El mensaje de fondo parece ser de control y planificación. Se busca un ritmo más sostenible que permita mejorar la capacidad de integración, aliviar la presión sobre la vivienda y los servicios públicos, y responder a las crecientes preocupaciones de la población sobre el costo de vida.

Donde sí se observa una medida más drástica es en la reducción del número de estudiantes internacionales, quienes hasta ahora han sido un motor vital para las instituciones educativas y la economía local.

El gobierno planea que para finales de 2026 estos representen solo el 5% de la población canadiense, lo que implica una disminución de cerca del 60% respecto a los niveles actuales. Esta política responde en parte a la crisis habitacional y al rápido crecimiento de programas privados con estándares dispares.

Sin embargo, la decisión podría tener efectos colaterales serios. Se estima una pérdida de 168.2 millones de dólares en aranceles educativos, además de impactos económicos en comunidades que dependen del gasto de los estudiantes internacionales en vivienda, transporte y consumo. Según estudios recientes, la economía canadiense podría perder entre 22 y 33 mil millones de dólares anuales si esta tendencia se mantiene.

Las universidades y colleges ya advierten que el recorte afectará su estabilidad financiera, especialmente en provincias pequeñas que dependen fuertemente de los estudiantes extranjeros. Más allá de las cifras, también se perderá una fuente importante de diversidad cultural y de futuros profesionales que suelen

No todo son recortes. Uno de los anuncios más alentadores del presupuesto es la inversión de 97 millones de dólares en cinco años para mejorar el reconocimiento de credenciales extranjeras.

Este ha sido uno de los grandes desafíos de Canadá: atraer a profesionales altamente calificados para luego verlos subempleados por la dificultad de validar sus estudios y experiencia. Ingenieros que terminan manejando taxis, médicos que trabajan en servicios no relacionados con la salud, o maestros que no pueden ejercer son ejemplos recurrentes de un sistema que desaprovecha el talento inmigrante.

La nueva inversión busca corregir esa inequidad. Se prevé la creación de oficinas especializadas y una mayor coordinación con los organismos reguladores de las distintas profesiones, con el objetivo de agilizar los procesos de homologación y eliminar barreras innecesarias.

Más allá del beneficio individual, esta medida tiene un impacto macroeconómico positivo: Canadá enfrenta escasez en sectores como salud, construcción, tecnología y educación. Permitir que los inmigrantes trabajen en sus áreas de especialización significa aprovechar un recurso humano que ya está aquí y que puede contribuir de inmediato al crecimiento del país.

Cambios en las categorías de inmigración

El presupuesto también revela un cambio de enfoque en las categorías de inmigración. Se reducirá el número de admisiones por razones humanitarias y de patrocinio familiar, y se dará más espacio a la clase económica, que agrupa a trabajadores calificados, mano de obra especializada y nominados provinciales.

Este giro responde a una estrategia de vincular la inmigración directamente con las necesidades del mercado laboral. Desde hace algunos años, Canadá ha empezado a seleccionar candidatos por ocupaciones en demanda, priorizando sectores como la educación, la agricultura, la producción de alimentos, la tecnología, la ingeniería, la salud y los servicios sociales.

Además, se reforzará el compromiso con la inmigración francófona fuera de Quebec, con el objetivo de equilibrar el bilingüismo y apoyar a las comunidades minoritarias francófonas del resto del país.

Un aspecto importante es que el 40% de los inmigrantes de la clase económica serán personas que ya viven en Canadá con permisos temporales. Esto incluye a trabajadores, estudiantes y profesionales que ya contribuyen a la economía y conocen la sociedad canadiense. Si se considera la meta de 229,750 inmigrantes para el próximo año, alrededor de 92,000 serían seleccionados entre quienes ya están establecidos.

Aunque la cifra parece modesta frente a los millones de temporales actuales, el mensaje es claro: el país quiere ofrecer estabilidad a quienes ya están integrados, en lugar de depender exclusivamente de nuevos llegados.

Otra medida novedosa es la creación de una vía especial para refugiados aceptados y solicitantes de protección. Actualmente, quienes obtienen el estatus de refugiado pueden pedir la residencia permanente, pero el proceso puede tardar entre tres y cuatro años.

El nuevo programa apunta a acelerar estos trámites y ofrecer una alternativa a los solicitantes cuyas audiencias ante el Consejo de Refugiados se encuentran estancadas. Con más de 300,000 casos pendientes, los retrasos generan incertidumbre y dificultan la integración de personas que ya viven, trabajan y contribuyen en Canadá.

El gobierno ha señalado que esta vía especial se inspirará en programas de regularización humanitaria del pasado, como el implementado en 1988. En aquel entonces, se evaluaban tanto los méritos del caso de refugio como las razones humanitarias y de compasión, considerando factores como el tiempo de residencia, la inserción laboral y el arraigo familiar.

Si se aplica un enfoque similar, Canadá podría resolver una parte importante del atraso administrativo mientras ofrece una solución digna y humana a miles de personas que han hecho de este país su hogar.

El presupuesto federal revela una política migratoria más pragmática y controlada. Se busca ordenar los flujos migratorios, priorizar la integración y ajustar el sistema a las capacidades reales del país.

Sin embargo, el equilibrio es delicado. Una reducción demasiado abrupta en estudiantes y nuevos inmigrantes podría frenar sectores estratégicos, afectar la innovación y disminuir la vitalidad demográfica. Canadá depende en gran medida de la inmigración para sostener su crecimiento económico y compensar el envejecimiento poblacional.

Por otro lado, las inversiones en reconocimiento de credenciales, la selección de inmigrantes ya establecidos y la creación de una vía para refugiados reflejan un esfuerzo por hacer el sistema más justo, eficiente y humano.

El reto será aplicar estas políticas con transparencia y coordinación entre los gobiernos federal y provinciales, las instituciones educativas y los organismos reguladores. Sin un trabajo conjunto, las buenas intenciones podrían perderse entre trámites y burocracia.

En un mundo donde la mayoría de los países están cerrando sus puertas a la inmigración, Canadá parece optar por un camino intermedio: mantener la apertura, pero con más control y planificación.

Los cambios propuestos traen desafíos, pero también oportunidades. Si el gobierno logra equilibrar las necesidades económicas con los valores humanitarios y de inclusión que históricamente han definido a Canadá, el país podrá seguir siendo un referente en materia de inmigración y diversidad.

En definitiva, el nuevo presupuesto presenta una mezcla de cautela y esperanza. Se reducen los números, pero se fortalecen las bases de integración. En tiempos de incertidumbre global, que Canadá mantenga su apuesta por el talento, la diversidad y la solidaridad sigue siendo una buena noticia.