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TORONTO. En materia migratoria, estamos muy acostumbrados a oír hablar de los matrimonios genuinos versus los matrimonios de conveniencia, pero muy pocas personas prestan atención a la legalidad y la genuinidad de los divorcios. Y estos son elementos muy importantes que se deben tomar en cuenta y que se deben probar ante el Oficial de Inmigración en el momento de presentar un proceso de patrocinio.
En casos en que una o ambas de las partes en la pareja estaba casada anteriormente, la ley requiere que la persona se haya divorciado legalmente de la pareja anterior. Y legalmente significa que el divorcio haya sido legal en el país en el cual se procesó y también tiene que ser legal en Canadá, así como particularmente en la provincia donde piensa residir la pareja.
Cuando hay un divorcio en un país extranjero, para que la persona se pueda casar en Canadá tiene que someter el divorcio extranjero a un escrutinio por parte de un abogado Canadiense, quien debe otorgar una carta asegurando de que el divorcio es legal en Canadá a fin de que el registro civil le otorgue un certificado de matrimonio a la nueva pareja.
Ahora bien, si la pareja se casa en Canadá, solamente se le otorga el certificado si se verifica la legalidad del matrimonio, pero cuando las parejas se casan en otros países, en algunas ocasiones se llevan sorpresas al final del proceso inmigratorio.
Ha habido parejas que se han casado en su país de origen después de que uno de ellos se divorció en su país de origen, y al patrocinar a su nueva pareja, cuando la solicitud llega ante un oficial de Inmigración, se dan cuenta que el caso es rechazado porque el matrimonio no es considerado legal. La razón: porque el divorcio otorgado en el país de origen, a pesar de ser legal en esa jurisdicción, no es considerado legal para las autoridades Canadienses.
Un caso específico es el de una pareja que llegó a Canadá como trabajadores calificados, y después de varios años juntos decidieron separarse. La esposa decidió ir a su país de origen a procesar su divorcio, y al cabo de unos meses conoció a otro hombre en ese país, se casaron y ella inicio el trámite de patrocinio para él. Todo parecía ir bien, tenían muchas pruebas de que la relación era genuina, pero recibieron una negación del caso aduciendo que el matrimonio no era legal porque el divorcio de la mujer no era considerado legal para las autoridades canadienses.
La razón fue porque ni la mujer ni su primer esposo habían residido por lo menos por un año en el país en el que se procesó el divorcio, y la ley Canadiense requiere que una de las partes resida en el lugar donde se procese el divorcio por lo menos por un año.
Cuando le pregunté a esta mujer por qué había tramitado el divorcio en su país de origen, me contestó que ella creía precisamente que lo tenía que hacer en el país donde se había casado, algo que es completamente errado. No importa donde se haya casado la persona, se puede divorciar en Canadá si se necesita que el divorcio sea legal para Canadá.
Hay situaciones en las que el divorcio hecho en Canadá puede no ser legal para el país de origen, y en esos casos los deben procesar en otro país, pero si luego del divorcio va a haber un matrimonio y un patrocinio, las personas deben asegurarse de que el divorcio sea legal para Canadá.
Otro factor que hay que tener en cuenta es que así como existen los matrimonios de conveniencia en los procesos de inmigración, también existen lo divorcios de conveniencia, y de hecho hay una sección de ley que dicta que si en algún momento hubo un divorcio de conveniencia para facilitarle a una persona el poderse casar con un ciudadano/a canadiense o residente permanente con el objetivo de obtener la residencia en Canadá, ese divorcio no es considerado genuino y por lo tanto tampoco lo es el matrimonio.
Lo que acabo de decir puede sonar confuso pero en realidad no lo es. En algunas ocasiones ciertas parejas deciden hacer un proceso de divorcio legal para que el otro pueda casarse con un canadiense y así poder obtener la residencia permanente, siendo el plan final que después de un tiempo el que obtuvo la residencia se separe y divorcie de la persona que lo patrocinó, y luego la pareja inicial se vuelve a casar y el ex la patrocine para reunirse en Canadá.
Pero este plan no funciona por varios motivos: Primero, para que la persona que obtuvo la residencia permanente pueda patrocinar a una nueva pareja, ya sea que estén casados o en unión libre, deben pasar por lo menos cinco años desde el momento en que obtuvo la residencia.
Segundo, si pasan los cinco años y se inicia el patrocinio de la segunda pareja, entrará en duda si el divorcio que se llevó a cabo con la primera pareja fue en realidad un divorcio genuino o si este se llevó a cabo únicamente para facilitarle la residencia a la otra persona. De llegar al fallo de que ese divorcio no era genuino, puede iniciarse una investigación del segundo matrimonio para ver si era un matrimonio genuino o no. De llegar al fallo de que el segundo matrimonio no era genuino, el residente no solo no podrá patrocinar a su primera pareja sino que incluso corre el riesgo de perder su estatus migratorio por haber engañado al gobierno canadiense al momento de hacer su trámite de inmigración.
Probablemente algunas personas piensen que lo que estoy planteando es nada más como un juego de palabras y se nieguen a creer que puedan suceder estos enredos, pero quienes han pasado ya por este tipo de situaciones saben lo costoso que puede llegar a ser en términos emocionales y financieros.
Lo mejor siempre es hablar con un especialista en el tema. Si se trata de un divorcio, hay que hablar con un abogado de familia y asegurarse de que el divorcio a obtener le sirva para los fines necesarios. Y cuando se trata de un trámite de inmigración, hay que conversar con un especialista en la materia, porque a veces, el trámite que parece más sencillo se puede convertir en una pesadilla si se comete algún error.
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