FRANCISCO REYES / TORONTO /
Un grupo de adultos mayores organizado por la Canadian Human Rights International Organization (CHRIO) realizó el pasado viernes una gira por diferentes lugares de la Región del Niágara. Unos 25 ‘seniors’, muchos de los cuales jamás habían salido de los límites de Toronto, tuvieron la oportunidad de visitar por primera vez las famosas Cataratas del Niágara, ante las cuales se llenaron de asombro.
Al llegar a la “ciudad de las lunas de miel”, fueron conducidos a una de las embarcaciones que navegan en el turbulento Río Niágara, aproximándose lo más que pueden al gigantesco salto de agua ante el cual muchos se maravillan o se horripilan debido al ruido ensordecedor de la caída hacia un abismo de poco más de 50 metros de altura.
Debido a que el cielo estaba prácticamente nublado, los adultos mayores no pudieron contemplar la amalgama de colores que se produce durante la caída del agua y que van desde el turquesa al azul violeta con destellos rojizos, verdes y amarillos.
En el Boulevard, separado de la caída del agua por un enrejado a pocos metros del último punto de no retorno, hay una tarja dedicada al poeta cubano José María de Herida, por haber escrito el poema más famoso escrito a estas cataratas, titulado “Oda Al Niágara”, considerado como uno de los precursores del Modernismo. Pero los excursionistas no estaban interesados en asuntos de literatura, sino en disfrutar el paseo.
Cumplida la primera parte de la gira, los ‘seniors’ fueron llevados a un bufé en el que se sirvieron diferentes platos de la cocina internacional, acompañados de postres y café.
La travesía continuó hacia los peligrosos remolinos formados en un recodo del río a varios kilómetros de las cataratas, que pueden ser vistos desde una baranda de observación donde los concurrentes pueden experimentar la sensación de vértigo, dada la altura y el giro constante de las aguas.
A pocos kilómetros de esta área conocida como ‘The Whirlpools’, los adultos mayores visitaron el “Reloj Floral” del Jardín Botánico del Niágara, donde se maravillaron al ver cómo se mueven sus agujas metálicas casi a flor de tierra.
Más adelante, el autobús se detuvo para que los adultos mayores pudieran observar el contraste donde termina el cañón del río y empieza su ruta final de mansedumbre hacia la desembocadura en el Lago Ontario, ruta que fue obviada para continuar tierra adentro hacia la histórica ciudad colonial conocida con el nombre de Niagara On The Lake.
En esta ciudad, con estructuras arquitectónicas inglesas del siglo XIX, está prohibida la circulación de autobuses por sus calles pintorescas. Por el contrario, deben estacionarse a unos dos kilómetros de distancia, donde aguardan varios autobuses del servicio de transporte municipal que gratuitamente conducen a los visitantes al centro de la ciudadela.
El tiempo parece detenido en sus edificaciones. Los ‘seniors’ entraron en las diferentes tiendas de suvenires, licores y productos típicos de la región en busca de algún artículo de colección para recordar tan memorable visita.
David Hernández, director de proyectos de CHRIO, dijo que la gira es parte de un proyecto concebido hace años con la idea de “hacer algunas actividades para los ‘seniors’ con el fin de estimularlos a salir del encierro”.
“Empezamos con algunos talleres de pintura, de artesanías y algunas clases de cocina. Luego, de acuerdo con las posibilidades económicas que nos daban decidimos incorporar alguna gira a lugares históricos de la ciudad”, detalló.
Hernández agregó que “el año pasado, se presentó la oportunidad de realizar una excursión de este tipo, única en su clase, para los ‘seniors’ que colaboran con la organización, pero que la hemos extendido a otros que, viviendo por más de 20 años en Toronto, nunca tuvieron la oportunidad de visitar las Cataratas del Niágara”, detalló Hernández.
Mario Guilombo, fundador de CHRIO, junto a Liliana Angarita y Liliam Guilombo, al hablar sobre la impresión de esta excursión, dijo que “es una iniciativa que hemos venido trabajando por años con el apoyo del Ministerio de ‘Seniors’ de Ontario, que ha ofrecido todo su apoyo para brindar un poco de esparcimiento a las personas de la tercera edad”.
Añadió que es “algo maravilloso ver la cara de alegría de esta gente. Es increíble ver la actitud de apoyo mutuo; cómo comparten en familia, junto a los organizadores de esta actividad en las Cataratas del Niágara y sus alrededores”.
Judith Urdaneta, una de las voluntarias que acompañó a los ‘seniors’ en esta excursión, manifestó que nunca había visto tanta alegría en rostros de los adultos mayores. “Sus ojos reflejan lo felices que están”.
En la ruta de regreso a Toronto, el conductor del autobús privado tenía en su itinerario la última parada en una de las destilerías que abundan en la región. Los adultos mayores y sus acompañantes descendieron del vehículo y se dirigieron hacia un quiosco, al costado de un inmenso viñedo, donde un empleado del alambique los aguardaba para darles a catar el vino que allí se produce. Nada de exceso en las copas servidas. A los abstemios se les permitió, por el contrario, cortar algún ramillete de uva.
El sol ya buscaba su almohada en el ocaso cuando el autobús entró en la QEW, la autopista con rumbo a la ciudad principal de Canadá, para regresar a los adultos mayores a la quietud hogareña.