
Los mandatarios se reunieron por primera vez en la Casa Blanca y el ambiente de la reunión fue directo pero cordial y respetuoso
POR OSCAR VIGIL / TORONTO /
El primer ministro de Canadá, Mark Carney, se reunió finalmente esta semana con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, con el objetivo de solventar la guerra comercial que ha lanzado el presidente estadounidense contra Canadá y contra la mayoría de los países del mundo. Además, para dejar claro que este país nunca será el Estado 51 de los Estados Unidos.
El consenso inicial de todos los analistas canadienses es que la reunión fue muy bien, en muy buen tono, y sobre todo, que el presidente Donald Trump se comportó decentemente y respetó al primer ministro Mark Carney. Esta era una de las primeras preocupaciones que había en el país, sobre todo a la luz de lo que sucedió en el Despacho Oval cuando llegó de visita el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, a quien literalmente le pidieron que saliera del lugar.
Con Carney el ambiente fue diferente. Ambos funcionarios se estrecharon la mano, sonrieron y levantaron brevemente los puños antes de entrar en la Casa Blanca.
El viaje del Primer Ministro a Washington se produjo tan solo ocho días después de su victoria electoral la semana pasada. La noche de las elecciones, Carney declaró su intención de reunirse con Trump “para hablar sobre la futura relación económica y de seguridad entre dos naciones soberanas”, pero también advirtió que “el presidente Trump está intentando quebrarnos para que Estados Unidos pueda controlarnos… Eso nunca jamás sucederá”.
El presidente de Estados Unidos dio la bienvenida al Primer Ministro al Despacho Oval calificándolo de “gran honor” tenerlo en la Casa Blanca. Habló sobre las recientes elecciones canadienses y elogió al Primer Ministro por llevar al Partido Liberal de nuevo al poder.
“Creo que probablemente fue lo mejor que le ha pasado”, dijo Trump sobre Carney, señalando que los liberales, bajo el liderazgo de Justin Trudeau, estaban perdiendo en las encuestas.
“Quiero felicitarlo de verdad. Probablemente una de las mayores remontadas en la historia de la política, quizá incluso mayor que la mía”, dijo Trump entre risas. Y comentó que vio el debate de campaña: “Creo que estuvo excelente”, dijo el presidente.
Carney, al ser invitado a dirigirse a los periodistas que estaban en la sala, bromeó diciendo que estaba “en vilo”. Agradeció a Trump su liderazgo, calificándolo de “presidente transformador” centrado en la economía, los trabajadores estadounidenses y la frontera, en particular en frenar el contrabando de fentanilo.
Carney dijo haber sido elegido con un mandato similar: centrarse en la economía y asegurar las fronteras y el Ártico, y añadió que esperaba con interés trabajar con Estados Unidos.
Cuando los periodistas le preguntaron a Trump sobre sus reiterados comentarios sobre convertir a Canadá en el estado número 51, el presidente dijo que “se necesitan dos para bailar el tango”, pero añadió que creía que Canadá obtendría una “enorme reducción de impuestos” si se uniera a Estados Unidos, además de una mayor protección militar.
Trump, quien se autodenominó promotor inmobiliario de corazón, afirmó que sería una “hermosa” combinación, y mucho mejor para Canadá, pero no la abordaría a menos que ambas partes estuvieran de acuerdo. “Sería realmente una unión maravillosa”, dijo.
Ahí intervino Carney rechazando la idea, afirmando que eso había quedado claro durante la campaña electoral. “Como saben por el sector inmobiliario, hay lugares que nunca se venden”, le dijo Carney a Trump.
“Es cierto”, afirmó Trump.
“Tras reunirme con los dueños de Canadá durante la campaña… no se vende”, afirmó Carney. “Nunca se venderá”.
“Nunca digas nunca”, respondió Trump. Y Carney sonrió y articuló: “Nunca, nunca, nunca, nunca”.
Canadá “no está en venta, no estará en venta nunca”, fue el mensaje claro de Carney, pero dejó claro que existe una oportunidad en la colaboración entre ambos países y en lo que pueden construir juntos.
Mas adelante, Trump dijo que el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, la piedra angular del libre comercio en América del Norte, es un “paso de transición” que “terminará en breve”.
Calificó el T-MEC como un paso positivo respecto a su predecesor, el TLCAN, pero no se comprometió a renovarlo. “Posiblemente empezaremos a renegociarlo”, dijo, “si es que es necesario. Ya no sé si es necesario”.
Al ser preguntado si la incorporación de Canadá a EE. UU. está descartada, Trump respondió: “El tiempo lo dirá”. “Pero yo digo: nunca digas nunca”, afirmó Trump, agregando: “He tenido muchas, muchas cosas que no se pudieron hacer, y terminaron siendo factibles de una manera muy amigable”.
Añadió que sería beneficioso para todos que Canadá se uniera a EE. UU. “Canadá nos ama, y nosotros amamos a Canadá”, dijo. “Eso es lo más importante, pero ya veremos”.
Trump criticó al ex primer ministro Justin Trudeau y a su ministra de finanzas, Chrystia Freeland, quienes lideraron las negociaciones previas del tratado de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México.
“No me gustaba su predecesor”, le dijo Trump a Carney, añadiendo que “no le gustaba una persona que trabajaba” para el anterior primer ministro, aparentemente refiriéndose a Freeland. “Era terrible. De hecho, era una persona terrible, y perjudicó gravemente ese acuerdo porque intentó aprovecharse de él y no se salió con la suya”. Sin embargo, dijo que el T-MEC está “bien” y es beneficioso para ciertos aspectos, siempre que beneficie a todos.
Carney dijo posteriormente que el acuerdo “es la base para una negociación más amplia”. “Algunos aspectos tendrán que cambiar”, apuntó, añadiendo que los aranceles del presidente se han aprovechado de aspectos existentes del acuerdo comercial.
Hacia el final de su reunión de 34 minutos con el primer ministro Mark Carney, el presidente estadounidense Donald Trump afirmó que nada le ha hecho cambiar de opinión sobre el levantamiento de aranceles a Canadá. “No”, dijo, “simplemente es así”. Reiteró que la idea de convertir a Canadá en el estado número 51 “no es una conversación de un día”.
Carney intervino nuevamente afirmando que la opinión de los canadienses sobre este tema nunca cambiará.
Trump calificó la reunión de “muy amistosa” y añadió que no permitiría “otra pequeña discusión con nadie más”, aparentemente en referencia a su infame reunión en el Despacho Oval con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
“Queremos fabricar nuestros propios coches. En realidad, no queremos coches de Canadá”, dijo Trump. “No queremos acero de Canadá. Fabricamos nuestro propio acero”.
En conferencia posterior en la Embajada de Canadá en Washington, el primer ministro Mark Carney explicó que le dejó claro al presidente Donald Trump que Canadá es un país soberano. “Le dije que no servía de nada repetir esta idea, pero el presidente dirá lo que quiera”, añadió Carney ante las preguntas de los periodistas.
Trump se mostró igualmente positivo al definir la reunión, declarando a los periodistas después de que saliera que estuvo “muy bien”, y sentando las bases para futuras conversaciones.
“Queremos hacer lo correcto para nuestros respectivos pueblos, y eso es lo que va a suceder”, afirmó. “En cuanto a llamarlo gobernador Carney, no, todavía no lo he hecho, y quizá no lo haga. Me divertí mucho con Trudeau. Pero creo que esto es un gran paso adelante, un buen paso adelante para Canadá”, apuntó el mandatario.